Anecdotarium Vitae XIII: El temario insondable I

Permitirán ustedes que no me presente, pero los hechos que aquí les relato son demasiado horribles para ello. Si yo les diera mi nombre y apellidos, esta historia estaría teñida de un halo de realismo que ustedes no desean en realidad, porque la duda es a veces una aliado maravilloso de la mente que puede hacer que den por hecho que todo es falso, y que lo descarten como un cuento de horror más, evitándose la posibilidad de enloquecer por las cosas que voy a relatarles.

Yo sin embargo sé que es cierto.

Por aquel entonces yo había estado instruyéndome en materias de estudio ciertamente desconocidas para la inmensa masa que puebla este mundo: figuras en el espacio euclídeo (a pesar de que mi interés por las aberrantes formas no euclidianas eran ampliamente conocidas por mis cercanos), la transmisión de energías entre entes de diferente origen, etc. Mi cordura siempre se resintió de aquellos arcanos conocimientos, aunque nunca pude resistir el interés que en mí provocaban, convirtiéndose aquello en un maligno círculo vicioso como un perro de Tíndalos 1 que se muerde la cola.

Mis conocimientos sobre esos oscuros temas, aunque escuetos, me habían llevado a emprender algunas aventuras de las que más tarde podría haberme arrepentido. No obstante, mi curiosidad era mayor que mi temor (o tal vez que mi estupidez) y qué demonios, siempre quise saber qué era lo que quería saber el gato.

Así, montones de libros y papeles que parecían garabateados por un demente, se acumulaban sobre mi mesa: el Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred, El Unaussprechlichen Kulten de Von Juntz, la Electrónica de Potencia del Villa…

Después de mucho tiempo reuniendo información, no fue sino el momento de ir a la universidad, donde tan gratos momentos había pasado antaño y demostrar hasta donde mi dominio de tan ignotos temas había llegado. El edificio, una enorme masa de piedra del S. XVIII que había albergado en tiempos de mis antepasados un hospital militar, se erguía imponente bajo el las oscuras nubes, creando una cierta sensación de desasosiego y vértigo que habrían convertido en una masa de carne desquiciada y babeante a aquellos menos preparados. Había sido abandonado hacía décadas, aunque posteriormente lo habían usado para albergar precisamente instancias de la universidad, igual de desquiciante que aquel cuervo de Poe.

Franqueé las puertas de aquella magnífica construcción y sentí una oleada de aire malsano. Como si las almas de los allí difuntos hubieran decidido regresar de las más profundas simas del Hades para expulsarme, sentí una sensación de repulsión tal que apenas pude contener las ganas de huir. La impresión de una amenaza desconocida, ignota, se volcó sobre mí, provocándome una marea de ideas enloquecidas y cuyo único fin parecía ser salir de allí a cualquier precio. Pero no. ¡No! Mis pasos me habían llevado allí después de muchos sacrificios en pos de conocimientos más viejos que mi mismo linaje, y no estaba dispuesto a sucumbir al terror que cada vez con más insistencia atenazaba mi corazón.

Continuará…

Frase del día: «Que no está muerto lo que yace eternamente, e incluso con el paso de los evos aun la muerte puede morir.»

PD: Esta entrada de los Anecdotarium Vitae, además de venir muy bien por la época está evidentemente inspirada en los relatos de H. P. Lovecraft, a quien se lo dedicaría si no fuera porque me la dedico a mí mismo y a todos los que estamos todavía puteados con los exámenes.

7 pensamientos en “Anecdotarium Vitae XIII: El temario insondable I

  1. Pikifiore

    Planteate hacer la novela entera, yo ya me he enganchado ;). Muy buena la atmosfera y la ambientación, pero con lo que yo me he quedado loca es con lo de la ambidel perro de Pindalos…Suerte en la incursión al edificio

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  2. AOH/Rasczak Autor

    Noe, yo ya se como acaba también… :P

    Azertyjo, lo se que te pongo, chato. Pero lo nuestro es imposible. XD

    Pikifiore, la ambidel y Pindalos. Desde luego, dormida del todo. A las dos de la tarde… XD

    Mosky, por el momento, perro los horrores que estan por descubrir son mayores incluso de lo que nunca imaginaste… XD

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  3. Anchoa a la Vinagreta

    Bueno… la verdad es que hoy me he acordado de que era San Ballantine´s y venía a ver si habías puesto tetas o alguna guarrada (que el espacio es muy frío…)
    Ya que estoy aquí lo único que puedo decir es: INSENSATO!!, provocar de esa manera los insondables y aberrantes poderes de lo Oculto. Ni en mis más febriles fantasías oníricas osé jamás… JAMÁS intentar escrutar más allá de los laberínticos recodos de la psique… humana?.
    Ya estás perdido…nada se puede hacer por tí ahora… otro mero títere del poder infinito reencarnado en la totémica maldad de La Gran TETA… un solemne réquiem por tu atormentada alma… adios amigo.

    P.S. Yo, si pi8erdo la cordura y no veo tetas, a mí me devuelven el dinero.

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