Anecdotarium Vitae VI: La caída de los dioses

Se para un coche blanco pequeño, de esos tipo Corsa, se abre la puerta lentamente y sale una pierna larguísima y aireadísima con zapato de tacón alto y ancho (de esos horribles que hay ahora, nada que ver con un tacón de aguja que… buah, pa que contar), como a cámara lenta aparece el resto del cuerpo. Veintitantos, las piernas las corona una mini-minifalta vaquera (o a lo mejor es un cinturón ancho de diseño, vaya usted a saber) que no es que oculte mucho, ombligo al aire y un top superescotado que amenaza desbordamiento por un par de mastodónticas tetorras (por eso escribo pasadas las 24h, estaba esperando que acabara el horario infantil para poder escribir tetorras) que de forma milagrosa se mantienen en su posición aparentemente sin verse afectadas por la gravedad ni la ausencia de sujetador. El sueño lúbrico de cualquier adolescente, a mí hace mucho que se me pasó la época pero tengo buena memoria, en aquella época sería una Venus, una diosa de la sensualidad…

La chavala se lanza el pelo hacia atrás con una mano mientras la pechonalidad se desplaza ritmicamente y echa la cabeza para atrás. Comienza a avanzar hacia mí con la otra mano apoyada en la cadera mientras rodea el coche moviendo las caderas que me quedo esperando que de un momento a otro se le desencaje una vértebra.

Las piernas larquísimas se pasean de manera casi insultante por la parte de atrás del coche, un paso, dos pasos, tres pasos, la espinilla izquierda termina haciendo contacto en la bola del remolque del coche a una velocidad inusitada. El «cloc» es audible a 2 metros de distancia.

– ¡Cago’n los muertos de la bola! ¡Su puta madre! ¡Cagondios! ¡Cagonlavirgen! ¡Puta bola de los cojones, a tomar por culo!

Menos de un segundo ha bastado para destruir cualquier atractivo de la chavala y la han descendido de categoría de «diosa del amor» a «zorrona arrabalera», además salta a la vista que es más de mi pueblo que yo, que por otra parte me estoy partiendo de risa en su cara. Pero es que no puedo evitarlo, hoy tengo el día algo gamberro.

Frase del día:
«Salchichas a la putanesca, las he preparado en un momentito…»

4 pensamientos en “Anecdotarium Vitae VI: La caída de los dioses

  1. Su

    Jajaja, me hace gracia, y mira que no debería hacérmela, porque aunque yo no esté tan buena como la tía que describes, creo que a veces pierdo puntos cagándome en «toloquesemenea» ;-)

    Un beso

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  2. AOH/Rasczak

    Más que estar buena era voluptuosa (que no es lo mismo), por eso decía lo de sueño adolescente, a mí hace tiempo que me dió por las cosas más proporcionadas.

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  3. Zeross



    Eso en mi barrio se viene a llamar resultona… osea, que no es que sea un angel pero fijo que encuentras siempre un sitio donde agarrarte ^^

    PD. Saludos Rasczak ^^

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