Dejameeeeeeeee…

Me siento y me pongo a escribir tranquilamente, lalilolaroleiro y tal, feliz como un satiriasístico en una reunión de ninfómanas anónimas (bueno, a lo mejor no tanto, aunque de todas formas estoy seguro que no habrá necesidad de ser un sátiro para disfrutar de algo así… mmm, creo que me estoy desviando).

Lo que estoy escribiendo es Mi vida como productor de cine gore, le estoy pegando los últimos retoques, para que quede adecuadamente sangriento (a ver si así al menos tiene algo de gracia, porque conforme tengo la barbilla en ese momento no parece precisamente gracioso, al menos para mí), le doy a Guardar y… «You don’t have permission to access /wordpress/wp-admin/post.php on this server.» ¿Qué? Casi puedo oir el jaaaaa jaaaaa de Nelson detrás mía; vuelvo atrás y le doy a Guardar, y otra vez el mensajito de la muerte. Jaaaaa jaaaaa. Maldito Nelson. Repito la operación. Jaaaaa jaaaaa. Otra vez. Jaaaaa jaaaaa. Empiezo a ponerme nervioso, así que pruebo suerte otra vez. Jaaaaa jaaaaa.

¡¡Groaaaarg!! ¿Cómo que no tengo permisos en el servidor? ¡Soy el fuckin’ boss, maldita máquina! ¡A mí no me chotéa ni el cacharro de la NASA! ¡Te voy a meter una paliza que no te va a reconocer ni la fábrica que te parió! ¡Eres chatarra! ¡Estás muerto! ¡Me he quedao con tu cara!

Después de algún tiempo alucinando en colorines empiezo a estudiar las posibilidades: esperar a llegar a casa para publicarlo (de momento lo guardo en un txt), empiezar a mandar correos alarmantes a los programadores del WordPress, a mi proovedor de hospedaje, al ejército y al SETI por si acaso, o pegarme un tiro en la boca (aunque me lo pienso mejor y decido suicidarme plantándome en pelota picada en la reunión de ninfómanas anónimas). Como cualquiera de las medidas me parece algo desesperado (sobre todo las ninfómanas), me calmo un poquito más y pienso en esperar a llegar a casa.

Cuando arrivo a casa (un capuccino) me pongo seriamente con el post de marras, abro el txt, copio, pego en el blog, le doy a Publicar… Jaaaa jaaaa. Nelson eres hombre muerto. Me empiezo a poner nervioso de verdad, reviso los permisos de los archivos, reviso el blog, lo vuelvo a instalar, me seco el sudor de la frente y me tomo seis tilas. Empiezo a mandar correos a manta, si no los alarma el problema seguro que les acelera el pulso mi tono de psicópata en las últimas. Mientras espero las contestaciones voy escribiendo lo mismo poco a poco, hasta que descubro una frase concreta (la cual no reproduciré aquí por poder herir la sensibilidad del lector, y porque sigue siendo impepinable). Se me queda cara de idiota (y no quiero ni un comentario acerca de si cara de idiota sí o cara de idiota no). Miro la pantalla, la pantalla me mira a mí, y le doy al botón de Guardar. Jaaaaa jaaaaa. Me echo a llorar… Dejame posteaaaaar, buaaaaaa, dejameeeeeeeeee…

Por fin, después de un par de horas de emenazas con inmolarme en nombre de todos los blogueros damnificados por algo así, me responden en el único sitio donde no he mandado sobrecitos con virus del ántrax, ébola y picazón paletillera. Resulta que alguna combinación de palabras el servidor lo identifica como un intento de ejecutar código no demasiado beneficioso, así que me tengo que reescribir parte del post, cambio la miseria de cinco palabras de sitio, quito unos dos puntos y pongo una coma y pista.

Chúpate esa, Nelson.

PD: Hay que joderse lo que puede armar una conjugación del verbo podar.

Frase del día:
«Para hacerse un lío se las apaña uno solo, pero para liar las cosas de verdad hace falta un ordenador.»

5 pensamientos en “Dejameeeeeeeee…

  1. Mosky

    Yo mantengo con mi ordenador una frágil relación de cordialidad. Él no se rompe sin venir a cuento ni me bloquea las cosas, yo no vuelvo a ponerle una mano encima. No nos queremos, pero nos toleramos.

    Responder
  2. Anchoa a la Vinagreta

    La verdad es que a veces me sorprendo del Código Pernicioso que vamos sembrando por ahí… me explico: igual que una serie de palabras (para tí escogidas aleatoriamente) son capaces de hacer ese efecto en un servidor, a veces, en una conversación cualquiera, con un comentario o una simple frase inocua, hacemos saltar un resorte en ciertas personas sin querer, desatando una reacción inesperada y sorprendente en nuestro interlocutor.
    Es algo parecido al típico «mal momento y lugar equivocado» que seguramente hemos experimentado todos en alguna ocasión. Está demostrado que siempre hay que andarse con pies de plomo, y aprender a hilar mas fino que el sastre de Tarzán.
    Quizás me he desviado un poco del tema, pero hoy me ha pillado el día raro y cualquier cosa me da que pensar.

    Saludos, Anchoa a la Vinagreta.

    P.S. Por favor, que alguien me enseñe una teta… o me devolveis el dinero.

    Responder
  3. Alba

    Aggggg….. ¿por que tienes que hablar de estos chismes?? ¿por queeeeee?????? Los odio. No me gustan. no hay feeling. No hay quimica. NO NO NO NO…. Lo unico que me recuerdas con este post es que estas maquinas han venido con el unico proposito de hacernos la vida más dificil…. Menos mal que vivo en la felicidad de la ignorancia y no entiendo ni papa de pcs… menos mal… porque la mesa, la pared y la pantalla se me quedan en nada para darle puñetazos….

    Bueno… una sonrisilla pequeñita si me has sacado eh?? o quizá una sonrisa más grande…

    Besets!!!!!!

    Responder
  4. Idun

    Desde luego nenete, menudas historietas. Lo bueno de esto es que como todo sea así dudo que te aburras (aunque sea a base de nervios y amenazas varias xDD) Mil besotes y Buen día!

    Responder
  5. AOH/Rasczak Autor

    Mosky, es lo mejor que puedes hacer con un cacharro así, un pacto de no agresión.

    Anchoa, se te iba, se te iba y se te ha terminado yendo. Te recomiendo la lectura de mi viejo Heisenberg social por si acaso.

    Alba, por chinchar básicamente.

    Idun, yo no tengo tiempo para aburrirme, en caso contrario me dedico a salval el mundo.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *